lunes, 19 de diciembre de 2011

Por Camilla Croso



Educación en un Mundo en Crisis: Límites y Posibilidades frente a RIO + 20
GT Educación

Movimiento de educación y el movimiento de la sociedad civil

RESISTENCIA: ¡NO A LA DESHUMANIZACIÓN DE LOS SERES HUMANOS!
Por Camilla Croso(*)


En jaque está nuestra humanidad.

En el campo de lo educativo, la teoría del capital humano pulsa fuerte en los lineamientos que promueven actores con gran incidencia y alcance en la vida de millones y hasta billones de personas. La recién lanzada estrategia educativa del Banco Mundial para la próxima década, de autoría del Banco pero cuyas ideas fundamentales son compartidas por un sin número de agencias de cooperación internacional, por sectores de organismos de las Naciones Unidas y hasta por segmentos de la sociedad civil, entre otros, asume que las personas son capital, que están al servicio del crecimiento económico y que la educación es un medio clave para este fin.

Recién la concepción de seres humanos como capital asumió quizás su cara más perversa, al versarse sobre niños y niñas de la más tierna edad: la ciencia y la economía, dicen, constata que niños y niñas de 0 a 3 años rinden más que cualquier otra persona. Que son una excelente inversión para que las naciones generen riqueza. Esa no es fuerza de expresión de mi autoría, es como se tituló la primera conferencia internacional de la UNESCO sobre educación y cuidados en la primera infancia, que tuvo lugar en Moscú en el 2010.

La definición de personas como capital les niega su condición de sujetos de derecho y aniquila su humanidad. Las personas no son medio, son fin; no son útiles, sencillamente son. Son humanas, singulares, dignas. Y desde esta perspectiva, la educación, como a más de 60 años insiste en recordarnos la Declaración Universal de los Derechos Humanos “tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos”.

Hay quien diga que debemos buscar dar lugar a los argumentos de costo beneficio en el discurso de los derechos humanos, que eso de algún modo lo moderniza, lo hace actual, casi lo viabiliza en esta nuestra modernidad. Lo que hay que subrayar en las luchas sociales que ponemos en marcha es que el paradigma del capital humano y el de los derechos humanos son irreconciliables, ya que tienen principios, medios y fines distintos que conllevan a decisiones, prácticas y procesos educativos antagónicos. Vale subrayar que la perspectiva de derechos pone en evidencia el rol del Estado como su garante, responsable por realizar intereses colectivos en una clave que no se somete a la lógica de la tasa de retorno.

Al paradigma del capital humano, le interesa una educación que integre las personas al mercado, haciéndolas empleables, productivas y capaces de responder a los intereses del capital y al mantenimiento del status quo. Este proyecto “educativo” requiere que se desarrollen determinadas competencias y aptitudes que atiendan a dicha empleabilidad, requiere que los y las estudiantes se vuelvan homogéneos para que respondan de acuerdo a lo esperado, requiere además un bajo cuestionamiento, una cierta manera mecánica de ser y actuar, una predisposición a la obediencia y sometimiento, requiere que las personas se individualicen y compitan entre sí, requiere que se naturalice la idea de explotación de otras personas y de la naturaleza, requiere la ausencia de debate, de reflexión y de pensamiento crítico.

Ese conjunto de requisitos que el paradigma neoliberal impone al campo educativo se articula a otro requisito estructural: el achicamiento, tendiente al aniquilamiento, de lo público. En este escenario, en donde prima lo privado por encima de lo público, lo individual por encima de lo colectivo, no hay espacio para una ciudadanía activa ni siquiera para un horizonte de realización de derechos, sino que apenas el establecimiento de relaciones entre clientes y prestadores de servicios. Es así que va desapareciendo la noción de Estado como garante de derechos, que debe rendir cuentas a la ciudadanía, y se difunde, a partir de la concepción de libertad de elección y satisfacción del cliente, la idea de que los servicios tienen que rendir cuentas a sus clientes. En lo educativo, la relación escuela prestadora de servicio y familias clientes rompe la columna vertebral de la gestión democrática, de la alianza y cooperación entre los tres sujetos clave de la comunidad educativa: estudiantes, profesionales de la educación y familias.

Por otro lado, el achicamiento de lo público viene acompañado de una intolerancia al debate y a la participación social de modo que hemos visto, en nuestro continente, a una creciente criminalización de los movimientos sociales y en lo que toca al campo educativo, de estudiantes, maestros y maestras.

Las luchas de los movimientos sociales por el derecho a la educación deben, por lo tanto, ubicarse y articularse a luchas más amplias, de democratización, de Estados como garantes de derechos, de cambios profundos de paradigmas de vivir, que tengan bases y que apunten a horizontes en donde la humanidad de los seres humanos y su dignidad estén en el centro y en donde la educación sea medio y fin para eso. Zygmunt Bauman subraya la importancia de la educación en la construcción de una nueva ciudadanía, lo que implica en resistir a la creciente individualización de nuestra modernidad liquida[3], que aniquila el sentido de lo público y el reconocimiento de las personas como sujetos de derechos, dotados de poder y capaces de promover justicia.

Las luchas colectivas de movimientos sociales y de redes de organizaciones que se articulan en la defensa del respeto, protección y realización del derecho humano a la educación han sido absolutamente fundamentales en resistir y avanzar en este sentido. Todas las conquistas logradas en materia de derechos humanos son fruto de luchas sociales que tienen historia. La acción colectiva que llevan adelante esos movimientos y redes, su manera de actuar a partir del debate, del dialogo, de la articulación de diferentes, de la promoción de pensamiento crítico, son en sí mismo la puesta en marcha de un paradigma alternativo al que hoy se presenta como hegemónico.

Recién, el mundo ha acompañado las movilizaciones estudiantiles de nuestra región y en especial las de Chile, que claman por el reconocimiento de la educación como derecho humano fundamental y del Estado como su garante. Esas movilizaciones ocuparon el espacio público con debate, con expresión y con ciudadanía activa, subrayando que lo público debe de ser recuperado, que las lucha por derechos y por democracia van juntas, que lo humano de nosotras y nosotros no se va a entregar y que, aunque en un escenario hostil, la resistencia insiste y se impone.

(*)Coordinadora General de la CLADE Y Presidenta de la CME

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